martes, 27 de octubre de 2009

Gimme shelter



“Gimme shelter”

En Diciembre de 1969, cuatro meses después de Woodstock, The Rolling Stones and Jefferson Airplane, dieron un concierto gratuito en el Norte de California, este de Oakland en Almont Speedway. Alrededor de 300,00 personas asistieron llenos de euforia , en espera de algo parecido a lo que se había vivido en el concierto anterior, desinteresados por los peligros de las masas , ansiosos por ver a la banda del momento.

Los organizadores del evento, tratándose de un concierto abierto a la entrada de cualquier tipo de persona, llamaron al grupo de Hell Angels para que tomaran el bando en cuestión de seguridad y control dentro del concierto y sobre todo para la protección de la banda. Pensar que tratar a un conjunto de personas en masa es como lidiar con animales salvajes no me parece tan lejanos de la realidad, pero colocar animales para que vigilen a otros animales, fue lo que convirtió esta noche en una terrible pesadilla, que a pesar de haber quedado registrada por las cámaras, estoy segura que hasta la fecha atormenta a los miembros de una de las bandas estrella más importantes y más famosas del mundo.

Armados con pistolas y palos  "Los ángeles del infierno" pasaron la mayoría del concierto golpeando gente con sus enormes palos a la menor provocación, los clásicos empujones de conciertos en donde realmente nadie es el responsable, terminaban en terribles heridas en la frente o golpes en la espalda, mujeres y hombres, parecía que para estos ángeles no importaba quien, todos debían de ser castigados.

Pero la violencia alcanzo su máximo cuando un hombre que se encontraba en el público, que había sido empujado por esta gran masa sin control, se vio involucrado en una pelea con uno de los “ángeles”, el cual no dudo en sacar su cuchillo y clavarlo en el cuello de este hombre hasta matarlo; todo esto con una voz temerosa pero aun esperanzada de un Mick Jagger que trataba desesperadamente calmar las aguas.

Con cientos de tomas recopiladas, atrás y adelante de la realidad que sumergía a estas estrellas, David y Albert Maysels, nos transportan a los hechos ocurridos durante el concierto de Almont Speedway, en donde la conmoción, la euforia y la desesperación terminaron por trastornar a una audiencia y a quienes parecían estar en control de ella. Lo que aparentaba ser un día para cantar "She´s like a rainbow" y " Let´s spend the night together" terminó en una terrible tragedia en donde varios salieron heridos y por lo menos uno,  muerto.

Escenas del concierto detrás del escenario, afuera de las campers de Mick Jagger y del resto de los integrantes del grupo, van construyendo poco a poco la situación que en algún momento es evidente comienza a correr por el camino incorrecto. Viajamos un año después a la sala de edición en donde la banda esta presenciando por primera vez lo que sucedía mientras ellos batallaban por continuar con el show, y tranquilizar a los fans.


  

  

   Cuando apenas comenzaba...

Después de un largo día de expectativa en donde cientos de personas encontraron un lugar plano en el piso, en donde poderse sentar, o aquellos que prefirieron permanecer parados por la emoción, finalmente suben The Rolling Stones al escenario, en una tarde que está a punto de dejarse ganar por la noche, se escuchan los primeros guitarrazos de Keith Richards con "Jumpin Jack Flash" los gritos del público comienzan, dejándonos sentir la fuerza y el poder que poseen, estoy segura que hasta los mismos Rolling se pusieron nerviosos. Tras un repertorio turbulento, en donde debían interrumpir constantemente las canciones debido a la violencia, los gritos y las quejas del público, llegamos a "Sympathy for the Devil" en donde la situación ya es casi insostenible, Mick Jagger y el resto de los integrantes , paran de tocar para hablar directamente a la gente que ya está completamente fuera de control, en un terreno en donde "Los Angeles del diablo” también hacen de las suyas.

For me, the part of the film that best exemplifies where things went wrong is a brief exchange between a few members of the Grateful Dead. In a scene that could be straight out of a R. Crumb strip, Jerry Garcia is offstage talking with another person about the violence transpiring in front of the stage. Weir rushes over with a brief report. Garcia's response is a stoner cliche: "Oh, bummer." To which Weir adds that Hell's Angel's beating up musicians "doesn't seem right." Garcia, Weir, and other San Francisco musicians and key figures like Janis Joplin and Ken Kesey lionized the Angels, hanging out with them, granting them special areas near the stage at concerts, and, as Echols observes, defending them as fellow outlaws. Garcia and Weir's ingenuousness is understandable given the context, but irresponsible and downright stupid in hindsight.

La tensión continúa creciendo pero no es hasta "Under my thumb" que un muchacho de 18 años, saca su revólver de la bolsa, a tan solo unos metros del escenario, e instantáneamente es apuñalado en el cuello por Alan Passaro, uno de los “Angels”, quien no pensó en quitar el arma de las manos del joven, sino directamente se le lanzo con un cuchillo que horas después termino por quitarle la vida. En muchas ocasiones, se especulo que el joven apuntaba al escenario en donde tocaban The Rolling Stones, una buena forma de encontrar justificación en un acto de pura violencia y descontrol, pero tras varios días en la sala de edición e material pudo ser analizado con detenimiento.

                           


En constantes ocasiones como había mencionado anteriormente, viajamos tiempo después, a ver la reacción de la banda ante el material de su película, que ahora dejaba de ser tan solo un documental de buen concierto, sino la evidencia pura de un asesinato, que ellos no habían provocado pero no habían podido hacer nada para evitarlo.

La toma del momento preciso es poco clara, sumamente obscura y el movimiento de tanta gente hace que confundamos la acción, pero tras varias vistas en cámara lenta, las cosas comienzan a tomar sentido. Minutos antes uno de los hombres más drogados del concierto aparece a menos de un metro del vocalista de la banda y nadie se da cuenta, lo cual indica que la seguridad se les había salido de las manos mucho tiempo antes, Mick Jagger continua cantando, con una voz un poco temblorosa, pero consistente, sabe que si deja de cantar y los demás dejan de tocar, la situación podría agudizarse aun mas y se desataria un caos, en donde la vida de muchos incluyendo la de ellos peligraría.

Tiempo después  la cámara que se encuentra detrás del escenario manejada por Baird Bryant se convierte en el ojo espía de este gran desastre, al lado derecho , la banda, luchando por continuar, y al lado izquierdo al fondo, un grupo de personas empujándose unas contra otras, “Los Ángeles del Diablo” liberados como leones, devorando a su presa y de pronto aparece el revolver, que apunta al escenario. Tan solo unos segundos, pero lo que es claro, es que muy probablemente el joven no trataba de disparar a uno de sus ídolos de la musica, sino apuntaba a uno de los ángeles que estaba junto al escenario y que había sido visto en varia ocasiones golpeando gente, hombres y mujeres sin importar la edad. Es justo en este momento donde la película alcanza el punto más alto en tensión y en conflicto, catarsis perfecta que transforma a los personajes, unos Stones que pierden el control de su propia música, se congelan por momentos en un terreno en donde ya ni saben que ven, unos ángeles del infierno que pierden el control y adoptan la violencia más perfecta.

Apuesto a que ninguno de los creadores de esta película, o  hasta los mismos Rolling Stones, pudieron creer que lejos de ser el registro de uno de sus mejores conciertos, se convertiría en la evidencia necesaria , no solo para descubrir al culpable de la muerte de uno de los asistentes, sino la demostración de que las personas en masa como todo en la vida a nivel masivo, son fuerzas tan poderosas que requieren de una vigilancia, superior a la que alguna vez llegaron a imaginar en Woodstock o el concierto de Almont. No olvidemos que el factor de que sea gratuito, permitió la entrada a cualquier tipo de persona que podía traer la droga que quisiera, ingerirla si quería, y al parecer cualquier tipo de arma, si ahora repetimos esta situación 300,000 veces nos sorprende que las cosas no hayan resultado mucho peor y que Los Rolling Stones a sus setenta años sigan completos para el deleite de todos.

                     

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