sábado, 5 de septiembre de 2009

La Ishla de Flores


La Ishla de Flores

de Jorge Furtado.

Un buen inicio con un buen documental...

Sin andares ni cantares Jorge Furtado nos transporta a un mundo de crítica y juicio,  un relato de la vida cotidiana que nos hace partícipes de tantas atrocidades que ya ni nuestros mismos ojos son para notar.  Nuestro personaje principal, un tomate, jitomate,  verdura,  fruto, o alimento,  será el detonador del andar de esta historia real que a pesar de su insignificancia  marca el destino de muchos que están allá afuera.

Me encanta  la crítica con ironía y cierta que hace Furtado  hacia una temática tan fuerte y tan ignorada.  La pobreza y los contrastes, el valor de la vida para algunos y la miseria para otros, qué mejor manera de retratar el tema, más que a través del largo viaje que recorre nuestro queridísimo personaje el jitomate,  que en su andar pasando por muchas manos, representa lo peor, el desperdicio y hasta lo no suficiente, mientras que para otros representa la esperanza y el tesoro del día,  hasta correr con suerte de que se aparezca otro como este.

El documental va transformándose a lo largo del camino como un camaleón que responde al sentido y a la esencia de su discurso, que no sigue un esquema lineal sino un  camino empedrado e incierto, haciendo referencia directa al mismo destino que está viviendo el jitomate.  Cada toma  parece confusa  hasta que poco después cobra vida y sentido cuando una nueva se presenta;  vamos hilando historias,  hilando momentos que hacen la llegada de este jitomate a las manos de quienes lo necesitan aun más sentida y emocional.

Furtado,  con una sutileza precisa y una propuesta llena de carácter y decisión,  no solo nos lleva a un viaje por la mente ni una trayectoria de vida, sino a un reflejo de la sociedad actual, en la que aquellas cosas que tenemos  muchos no las merecemos y aquellas cosas que otros merecen  probablemente nunca las tendrán.

Así como este jitomate,  nunca sabemos realmente donde vamos a terminar y cuándo seremos nosotros los que recojan las sobras de los demás.


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